La intolerancia a la histamina es un tipo de intolerancia alimentaria con síntomas similares a la alergia. Ocurre cuando las personas susceptibles consumen alimentos ricos en histamina como el queso y el vino. Como consecuencia de la disfunción genética o adquirida de DAO o HMT, la histamina ingerida no puede degradarse eficientemente en el tracto gastrointestinal de estos individuos. La acumulación resultante de histamina en el sistema causa una serie de efectos tóxicos que son similares a una alergia alimentaria común, que generalmente incluyen hinchazón, erupciones cutáneas, urticaria y síntomas similares al asma, como dificultad para respirar, sibilancias y contracciones del músculo liso. También se han informado síntomas gastrointestinales, como hinchazón y diarrea (Maintz y Novak, 2007). Los mismos alimentos ricos en histamina no causarían estas reacciones en una población no susceptible. Esta condición se puede utilizar para explicar las variaciones entre los individuos en su susceptibilidad a la histamina alimentaria de pescado en descomposición (Motil y Scrimshaw, 1979). Se recomienda a las personas con intolerancia a la histamina que consuman una dieta libre de histamina (Wantke et al., 1993).
La susceptibilidad individual a la intoxicación por escombrotoxina de pescado (SFP) se ha observado en múltiples estudios epidemiológicos y pruebas de exposición voluntaria en individuos sanos. En general, se acepta que la capacidad de tolerar la exposición a la histamina puede verse comprometida cuando las enzimas que metabolizan la histamina se ven afectadas. Los factores asociados con una mayor sensibilidad a la histamina se han resumido en un informe reciente sobre aminas biogénicas (EFSA, 2011). Como resumen, el metabolismo reducido de la histamina puede ser el resultado del polimorfismo genético (García-Martin et al., 2009), ciertos estados / condiciones fisiológicas como la menstruación (Jonassen et al., 1976; Kalogeromitros et al., 1995), enfermedades gastrointestinales (Mainz y Novak, 2007) y el uso de ciertos medicamentos (Hui, 2006; Taylor, 1986). Existe evidencia sugestiva de que la incidencia y la gravedad de la SFP pueden depender de la edad (Ianuzzi et al., 2007). Fumar y beber alcohol también puede aumentar la sensibilidad a las aminas biogénicas al reducir la capacidad de degradación (EFSA, 2011).
Si bien las concentraciones endógenas de histamina son necesarias y se requieren para la función fisiológica normal, la histamina es tóxica cuando ingresan grandes dosis en el sistema circulatorio. Esto a menudo produce síntomas de intoxicación, que involucran una amplia gama de órganos (Taylor, 1986). Los efectos toxicológicos de la histamina están relacionados con sus acciones fisiológicas normales en el cuerpo e incluyen lo siguiente:
Vascular: la dilatación de los vasos sanguíneos periféricos, predominantemente arterias, produce hipotensión, enrojecimiento y dolor de cabeza. La histamina también induce una mayor permeabilidad capilar, lo que resulta en síntomas como edema, urticaria, hemoconcentración y aumento de la viscosidad de la sangre. El choque puede resultar de la administración de dosis muy altas de histamina. El efecto sobre la permeabilidad capilar está mediado por los receptores H1 y H2 (Owen y Woodward, 1980).
Cardíaca: la histamina ejerce una acción estimuladora directa sobre el corazón. La histamina aumenta la contractilidad del corazón y aumenta la frecuencia y la fuerza de las contracciones. Los efectos de la histamina en el corazón podrían explicar las palpitaciones observadas por algunas personas que experimentan intoxicación por histamina. La histamina puede causar contracción o relajación de los músculos lisos extravasculares. La contracción está mediada por los receptores H1, mientras que la relajación está asociada con los receptores H2 (Shahid et al., 2009).
Gastrointestinales: en los humanos, la acción predominante de la histamina en los músculos lisos extravasculares es la contracción. Esta contracción del músculo liso se observa con mayor frecuencia en los bronquios y los intestinos. En la intoxicación por histamina, la contracción del músculo liso intestinal es particularmente evidente, porque la histamina ingresa inicialmente al tracto gastrointestinal. La contracción del músculo liso intestinal conduce a calambres abdominales, diarrea y vómitos, que a menudo se observan en casos de intoxicación por histamina (Taylor, 1986).
Neurológico: la histamina también es un potente estimulante de las neuronas sensoriales y motoras. Esta estimulación puede ser importante para producir el dolor y la picazón que con frecuencia acompañan a las lesiones de urticaria en la intoxicación por histamina. Esta estimulación neural está mediada por receptores H1 (Nuutinen y Panula, 2010).
Efectos de otras aminas biógenas: la Cadaverina y Putrescina
Se considera que la cadaverina y la putrescina son potenciadores de la histamina, lo que puede explicar la falta de toxicidad de la histamina pura en los estudios de exposición oral en humanos.
En cobayas, cadaverina y putrescina aumentaron la mortalidad relacionada con la histamina (Bjeldanes et al., 1978; Vasseur et al., 1968). Como evidencia de sus efectos potenciadores, se demostró que cadaverina y putrescina son inhibidores funcionales de DAO y HMT en un modelo yeyunal de rata (Taylor y Lieber, 1979). Cadaverina también puede mejorar la absorción de histamina en segmentos intestinales de rata perfundidos (Lyons et al., 1983; Paik y Bjeldanes, 1979). En un estudio in vivo realizado en ratas, tanto la cadaverina como la putrescina aumentaron la cantidad de histamina no metabolizada, y disminuyeron la cantidad de sus metabolitos en la orina (Hui y Taylor, 1985).
Se desconoce el nivel mínimo de cadaverina o putrescina que potencia la toxicidad de la histamina. La proporción de cadaverina o putrescina a histamina puede necesitar ser alta para producir un efecto, y no está claro si los niveles presentes en los peces en mal estado son suficientes para aumentar la toxicidad de la histamina en humanos.